jueves, 27 de octubre de 2011

De Jogging a la OEA

Por Federico Caggiano
Durante la reunión de la Organización de los Estados Americanos, uno de los representantes apareció en Jogging. Muchos de los presentes quedaron realmente sorprendidos, y hasta les causó risa. Un hecho que quedará en la historia.

Increíble. Insólito. La llegada del compañero peruano a la OEA nos deja mucho que pensar: ¿Por qué debemos respetar cierta formalidad en ciertos espacios? ¿Qué importancia tiene la ropa? Debemos abandonar las pautas culturales que existen hoy en día en relación a la vestimenta. Y esto es lo que hizo Martín Reicheinbach: le dijo BASTA a la combinación “traje, camisa y zapatos”. Él mismo afirmó que luego
de la Asamblea tenía una actividad deportiva, y le resultó mucho más cómodo ir directamente con jogging. Dejó de lado el sentido común y no le importó lo que el resto de los delegados opinara acerca de él. Pero lamentablemente, Martín también dejó de lado a los presidentes de la Asamblea, quienes durante la misma utilizaron unos minutos para hablar de este acontecimiento insólito y, al parecer, habría una sanción para el representante peruano.
Además de esta irregularidad en la vestimenta habitualmente utilizada para este tipo de organizaciones, también se vivieron otros sucesos fuera de lo normal. Estamos hablando de la falta de respeto entre los propios delegados: muchos representantes parecían no estar interesados en los discursos del resto y
aprovechaban para conversar, ya sea acerca de la OEA o de temas no relacionados con la Asamblea. Los presidentes no dejaron que situaciones como éstas pasen desapercibidas, ya que a lo largo del encuentro fueron advirtiendo a aquellos que encontraban hablando mientras otros daban sus diferentes discursos.
Todas estos exabruptos, tanto el delegado con ropa deportiva, como los representantes “irrespetuosos”, sucedieron durante una simulación de una Asamblea de la OEA, realizada por 3° año del Colegio de la Ciudad.

Fueron hechos lamentables. El tema de la vestimenta es discutible, pero la falta de respeto y escucha entre los mismos representantes es algo para revertir en el próximo encuentro. Tal vez a partir de sanciones o advertencias, pero eso quedará en manos de los presidentes y organizadores de la Asamblea.

Yo vivo en una ciudad

Por Violeta Fischerman

Vivir en Buenos Aires es vivir en el centro económico, laboral y político de todo el país.
Yo vivo en Buenos Aires, vivo en el centro pero también siento que vivo más cerca de Europa que de Jujuy, o de Neuquén, o Tierra del Fuego.
Esta semana me di cuenta que realmente tengo más que ver con Estados Unidos que con la Argentina misma. Yo sé del proceso histórico que tuvo el Pop Art en los años 50 en América del Norte, pero no sé sobre el proceso histórico que atravesó la cultura Wichi en el Norte del país.
Muchos porteños hablan de soluciones europeas para la argentina, un país que aunque no lo podamos creer está en América Latina, rodeado de la cultura guaraní, de las favelas en Brasil, de la reivindicación de los pueblos originarios en Bolivia, del único país que continúa sosteniendo un socialismo, Cuba,  y sin embargo, en Buenos Aires se siguen hablando de problemas porteños que tienen soluciones europeas.
Esto ocurre porque el sentimiento de pertenencia de los habitantes de la Capital Federal está pautado por un sentimiento de semejanza con la cultura europea, con el mercado manejado por Estados Unidos y también por un sentimiento que implica mantener diferencia con el resto del país.
Desde la forma de vestirnos hasta el modo de hablar tiene que ver mucho más con el otro extremo del mundo que con el otro extremo de esta provincia.
Es este es un país dividido en porteños y argentinos, donde todo está manejado desde este porteño lugar geográfico.
Hombres que se visten con traje, que manejan autos, que llevan una vida marcada por el correr del tiempo, que viven en un paísaje de cemento y edificios toman las decisiones de hombres que se visten con ponchos de colores, o bombachas de gaucho o simplemente sin darle tanta importancia a la vestimenta, que andan en caballos, o en viejos autos, o en mula, que cosechan azúcar o frutos rojos, que crían animales, o que trabajan para un campo, rodeados de montañas o de lagos o de llanuras o de campos extensos plantados con maíz.
Me pregunto cómo es posible que el epicentro de las decisiones nada tenga que ver con algo de lo que es parte y me pregunto cómo es que nosotros viviendo acá, pequeña ciudad europea en el centro de un país de América Latina, en ningún momento dudamos de la supuesta unidad de la Argentina.

jueves, 13 de octubre de 2011

“Mirálo a Cristo, es un fracaso el chabón.”

                                                                                                                                              Por Abril Garcia

“Me parece que la iglesia debe ubicarse de nuevo en un plano de mayor humildad”, esto es lo que le viene a la cabeza al cura francisco cuando se le pregunta como ve a la iglesia en un futuro. Este cura no es el típico cura que se ve en las películas, devota toda su vida al catolicismo gracias a una novia que tuvo en la secundaria, por ejemplo. “Vengo de una familia que es católica, pero no va a la misa. En el secundario me puse de novio con una chica que iba a misa, y  ahí empecé a acompañarla los domingos pero no con mucha fe sino para estar con ella”. En las primeras preguntas nos fuimos enterando de su vida y de cómo llegó a su profesión. El estudiaba psicología en un barrio muy pobre y ahí mismo conoció a un cura el cual lo guió para que se presentara la idea de hacer el seminario, y así fue. Pero este joven cura de no más de 45 o 47 años no ve a la iglesia como se imaginan que lo hace. Comenta sobre el vaticano, el poder del catolicismo y cuestiones actuales como el matrimonio igualitario pero de un modo distinto y transgresor. El vaticano, gran símbolo del poder y la crítica hacia la iglesia católica, le merece a este cura una opinión. “Te puedo tomar que es austeridad, pero vender todo no soluciona el problemas de los pobres. Es como decirle al gobierno que venda todas las obras de arte del museo de arte moderno, no soluciona nada”, contesta aceptando la lujuria pero descartando que la idea de venderlo sea una solución, mientras se toma un mate tranquilamente. La siguiente pregunta refería a cuestiones actuales como el matrimonio igualitario y la participación de la iglesia en estas, dice: “La iglesia necesita tener una palabra en las realidades humanas, pero siempre proponiendo no imponiendo”, y desde su opinión sobre esta nueva ley responde que el no impone su idea de familia pero tampoco quiere que se la impongan. En el momento que estaba por contestar su mirada sobre los nuevos cultos y la religión católica y su poder en el futuro, deja su mate y se levanta para atender el teléfono el cual un segundo más tarde sonaría con la voz de una mujer que le pediría  “turno” para casarse. Al terminar, vuelve rápidamente y sin vacilar empieza a responder la pregunta que había quedado flotando. “Cada vez la iglesia tiene que estar mas separada del poder terrenal y del estado, creo que con una oferta mayor de religiones, se va a ubicar en un poder de mas humildad” incitándolo a seguir hablando sobre la humildad agrega:”Miralo a Cristo, es un fracaso el chabon, termina solo, lo matan, me parece que la iglesia debe ubicarse de nuevo en un plano de mayor humildad” repitiendo.  Para terminar, la pregunta decía si era fácil difundir la religión hoy en día y nos contaba que según el, “Es difícil querer entrar en una familia, porque es un mundo muy individualista”. Este moderno y diferente cura tiene, como podrán ver, ideologías que expresar y muchas opiniones que rompen con el estereotipo. Pensando a la famosa y poderosa iglesia desde otro lado.

No tan distintos

Por Catalina Bargalló
Castagnino

Los chicos de 3er año del Colegio de la Ciudad visitaron Garage Olimpo, uno de los centros clandestinos de detención y tortura durante la última dictadura militar.







El 13 de Mayo los alumnos de 3ro B del Colegio de la Ciudad viajamos en el tiempo. Viajamos a un pasado que, aunque lo parezca, no es tan lejano y forma parte de lo que somos y seremos. El 13 de Mayo 3ro. B conoció Garage Olimpo.
Salimos a las 9 de la mañana con frío y sueño. El día estaba nublado, quizás como una advertencia o sugiriendo de adonde nos estábamos dirigiendo.
Si bien algunos eran indiferentes, la excitación era palpable. No iba a ser como cualquier salida, no nos iban a hablar de la evolución humana ni de las diferentes especies que hay en el reino animal, esta vez no… o tal vez más que nunca.
El viaje fue extrañamente corto, quizás la charla constante aminoró la espera, y nos distendimos mientras algunos urgían en la necesidad de ir al baño.
Al llegar, el cielo había esclarecido y un viento leve y frío inundaba el espacio. Este era grande y estaba dividido en diferentes sectores. Un garage grande en el centro, a la derecha la biblioteca “Carlos Fuentealba” y a la izquierda, mediada por un portón, una casa grande y gris que estremecía hasta al más fuerte.
Entramos en la biblioteca. Era agradable, sin embargo las miradas estaban concentradas en un solo punto: un afiche que ocupaba la mitad de la pared con las fotos de los jóvenes que habían pasado por Garage Olimpo. Éramos parecidos, de hecho muchos nos impactamos al ver la semejanza con una compañera en la foto de una joven. Eran flacos, rellenos, morochos, rubios, sonrientes o pensantes. Seguramente con deseos y miedos, ideales y frustraciones, dudas y algunas repuestas. No tan distintos a nosotros.
Rápidamente, un chico y una chica de unos 25 años de edad, guías del lugar,  nos ofrecieron sentarnos en semicírculo. Nos entregaron algunos folletos, y nos pidieron que nos agrupemos. Al hacerlo, se le dio a cada grupo la carta que Susana Larrubia (militante de la agrupación Montoneros), secuestrada y llevada al Garage Olimpo, le había escrito al padre, un militar jubilado pero defensor del golpe de estado. La idea era leerla y opinar entre todos lo que nos había parecido.
Como era de esperar, la carta fue la disparadora de un extenso debate sobre la dictadura, y sus infinitas aristas: la lucha armada como medio de defensa, o como un pacto con la violencia, la represión contra el pueblo y el derecho a la vida.
Como las ideas cada vez se profundizaban más, y no se llegaba a ninguna conclusión, fue necesario parar el debate para comenzar el recorrido.
Nos dividimos en dos grupos.
“Con mi grupo fuimos primero a la calle, donde nos mostraron los alrededores del predio, y nos contaron como se fue tapizando y cerrando el lugar, que alguna vez había sido público”, cuenta Paloma Farina, integrante del primer grupo.
Mientras este grupo era llevado afuera, el otro, visitaba el lugar donde secuestradores y secuestrados convivieron durante 6 eternos y oscuros meses.
Pasamos por una puerta de metal, para adentrarnos en el patio interno del lugar, desde donde se podía ver todo el recinto.
“Al llegar al lugar donde los torturaban me impactó mucho. El pensar que ahí mismo los habían llevado, torturado, para luego asesinarlos me produjo bastante impresión” dice Pilar Macera.
“Acá a su derecha está la oficina, en donde se hacían llamados extorsivos, y donde se les asignaba a los secuestrados el número con el que debían identificarse”
Nos contó la guía, en un soplo de tristeza e indignación.
Comenzamos a recorrer; pasamos por el “Casino de los oficiales”, donde vivían y pasaban el tiempo los últimos, como si fuera un recreo en la mitad de una jornada laboral. Caminamos derecho por el patio y entramos en lo que era “El Olimpo de los dioses”, como había rezado un cartel sobre la puerta de entrada, durante la dictadura militar.
El lugar era frío, oscuro, como esos garages, valga la redundancia, llenos de cosas viejas que se desesperan por hablar, por contar su historia, su pasado, su “como llegue acá”.
Estaba dividido en diferentes sectores. La “recepción”, la cocina, la enfermería, la sala de situaciones (una oficina en donde se buscaba conexiones de “agrupaciones subversivas”), el comedor y, obviamente, las salas de tortura, que para querer agregarle un tono patéticamente elegante se las denominaba “quirófanos”.
Aunque el sector poblacional (donde los secuestrados pasaban la mayor parte del tiempo) había sido demolido para “borrar” las huellas de lo que fue una de los genocidios más sangrientos en la historia Argentina, aún quedaban las líneas de los cimientos de las paredes bajo el piso, como una ironía hacia lo que nunca se podrá esconder. Este estaba constituido por cuatro hileras de diez celdas cada una, de aproximadamente dos por un metro, pasillos angostos, 2 baños (obviamente en las más precarias condiciones) en cada hilera y dos duchas donde raramente se podían higienizar satisfactoriamente.

Al volver a la biblioteca subimos por unas escaleras al segundo piso. Este había sido preparado con libros prohibidos durante la dictadura militar, álbumes de fotos de las personas que habían sido llevadas al Olimpo y permanecían desaparecidas, y por una enorme máquina falsificadora de documentos que había sido usada durante el proceso, con el fin de escapar de las fuerzas armadas. A su vez las paredes estaban colmadas de cartas que se les hizo a los, aún, desparecidos como forma de reivindicación. Madres, hijos, hermanos, tíos, sobrinos, nietos, novios, amigos, expresaban su amor y su tristeza por medio de ellas, contando la historia que jamás será en primera persona.

Cuando ya el sol estaba en su máximo apogeo, y el frío se había disipado finalmente, subimos todos al micro. De vuelta al colegio, de vuelta a la normalidad, a nuestro futuro que ya no sería el mismo.

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Garage Olimpo fue uno de los, aproximadamente, 500 centros clandestinos que funcionaron durante la dictadura militar del año 1976  en la Argentina. Funcionó desde agosto de 1978 hasta  Enero  de 1979. Está ubicado en el barrio de Floresta, en la calle  Ramón Falcón entre Lezama y Olivera. Pertenecía a la División de Automotores de la Policía Federal.
La mayoría de los detenidos desaparecidos que pasaron por allí  provenían de otros centros clandestinos, principalmente del “Club  atlético” y “El banco”. Generalmente su paradero terminaba en el Río de la Plata.
Fueron juzgados 17 represores que actuaron en los Centros Clandestinos de Detención, Tortura y Exterminio “Atletico, Banco y Olimpo”. Estos fueron: Samuel Miara, sentenciado a doce años de prisión por apropiación de menores. Oscar Augusto Isidro Rolón, torturador, sentenciado a perpetua. Julio Héctor Simón, torturador, sentenciado a perpetua. Raúl González, torturador, sentenciado a perpetua. Juan Carlos Avena, participación en la dirección del Olimpo, sentenciado a perpetua. Eufemio Jorge Uballes, torturador, sentenciado a perpetua. Eduardo Emilio Kalinec, torturador, sentenciado a perpetua. Roberto Antonio Rosa, miembro del grupo de tareas, sentenciado a perpetua. Juan Carlos Falcón, violador y partícipe de los traslados, fue absuelto, a causa de pocas pruebas. Luis Juan Donocik, guardia, sentenciado a perpetua. Guillermo Víctor Cardozo, adoctrinaba militares para que no hablaran con nadie de los crímenes, fue condenado a perpetua. Eugenio Pereyra Apestegui, torturador, sentenciado a perpetua. Raúl Antonio Guglielminetti, se encargaba de los secuestros extorsivos, sentenciado a 25 años. Ricardo Taddei, torturador y cura que absolvía crímenes, fue condenado a 25 años. Enrique José del Pino, jefe del grupo de tareas, sentenciado a  perpetua. Carlos Alberto Roque Tepedino, director general de Seguridad Interior, condenado a 25 años. Mario Alberto Gómez Arenas, jefe del Destacamento de Inteligencia, sentenciado a 25 años.

Muchos de los imputados seguían sosteniendo sus cargos dentro de Argentina hasta que se los comenzó a juzgar, hace un no más de diez años.

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Ir a votar sin a qué

por Santiago Bocco
El electorado porteño depositó su voto a los comuneros desconociendo el desempeño que cumplirán estos a partir de diciembre

El 95 % de la población que habita en la Ciudad de Buenos Aires no comprende   que son las comunas, según una encuesta realizada por la consultora Equis de Artemio López. Es más factible que el 5 % restante no lo domine del todo su significado. Pido disculpas a  aquellos  poquísimos intelectuales que conocen su término pero la Constitución de Capital Federal, en su artículo 128, las define como unidades de gestión política y administrativa con competencia territorial. Con esta definición sumamente abarcativa, cualquiera de los ciudadanos porteños podría ir a debatir esta ley a la Legislatura, aprobada por dos tercios de esta unas semanas antes de los comicios en la Ciudad de Buenos Aires. Se votó el último 10 de julio a comuneros sin saber las funciones que cumplen estos.
Las funciones vitales de este proyecto todavía no fueron delimitadas. Simplemente se aprobó si una esquina tiene un bache, si un semáforo no funciona, si falta una señal o un cartel de transito, el encargado de resolver esto. No esta resuelto quien se encargará de los graves problemas edilicios que sufren las escuelas públicas porteñas, la falta de insumos en los hospitales o la pavimentación, falta de luz en las avenidas. Legalmente hablando tienen en su competencia diferentes el mantenimiento de los espacios verdes de conformidad a la ley de presupuesto. La elaboración de su programa de acción y anteproyecto de presupuesto anual, así como su ejecución. En ningún caso las Comunas pueden crear impuestos, tasas o contribuciones, ni endeudarse financiariamente. La iniciativa legislativa y la presentación de proyectos de decretos al Poder Ejecutivo. La administración de su patrimonio, de conformidad con la presente Constitución y las leyes.
Cada Comuna tiene un órgano de gobierno colegiado denominado Junta Comunal compuesto por siete miembros, elegidos en forma directa con arreglo al régimen de representación proporcional, formando cada Comuna a esos fines un distrito único. La Junta Comunal es presidida y legalmente representada por el primer integrante de la lista que obtenga mayor número de votos en la Comuna. Lo insolito es que un dictamen hecho por el jefe de gobierno porteño sostiene que de los siete componentes de los distritos, solo cobrará el presidente obligando a  los seis restantes a trabajar “ad honorem”, por decirlo de alguna manera.
Muchas cosas dichas y escritas, soluciones que a trae la descentralización de la Ciudad son inciertas.

Solo el amor salvara al mundo

por Julian Gondell
El golpe de su taco retumbaba en cada recoveco del vagón mientras marcaba el compás de esos viejos tangos, acompañado por su mejor amigo: el bandoneón. De Retiro a Tigre y de vagón en vagón, sus historias complacían y acompañaban a los pasajeros del Mitre quienes alegrados y sonrientes, ofrecían a nuestro personaje monedas y billetes.
Ex verdulero y vendedor de golosinas, mensajero, “ator” y antes que nada músico. Como tantos otros músicos, Pedro Martín se gana la vida demostrando su talento en la vía pública y entreteniendo a aquellas personas que, en muchos casos, necesitan un poco de color en su vida rutinaria.
            Entre apretones de mano y abrazos a sus colegas comerciantes, Pedro nos cuenta anécdotas de su vida, que para algunos serán delirios y para otros, poesía. Ya siendo un hombre grande comenzó a estudiar el bandoneón. Hace nueve años que lo estudia, y a pesar a haber sufrido el robo de su primer instrumento, sigue alegrando las tardes de los viajeros de zona norte con sus melodías.
La peculiaridad de este personaje de los ferrocarriles de Buenos Aires es su oficio de mensajero. A través de la filosofía y en parte la religión, intenta transmitir un mensaje que es escuchado por algunos e ignorado por otros: “Solo el amor salvara al mundo”. Pedro es muy claro al pronunciar estas palabras, porque aunque sea creyente, propone a todo su público recapacitar sobre el amor a la familia y en especial a los abuelos.
 “Yo estaba soñando cuando se me presentó Jesús Cristo con los brazos abiertos, vestido con la túnica de la virgen” relata Pedro con voz firme. “Primero pensé que era la virgen, pero recorrí su cuerpo con mi mirada comenzando por los pies hasta llegar a su rostro y noté que era Jesús, quien me esperaba como si estuviera crucificado. Entonces se manifestó ante mi: ´Detente! Llévale este mensaje a la gente. Solo el amor salvara al mundo´”, concluye Pedro esperando la confirmación de la recepción del mensaje por parte de su interlocutor.
            El tren estaba comenzando su recorrido de vuelta desde Tigre y antes de llegar a la estación de San Fernando el cronista le pregunta  por el mundo de la actuación. Sorprendentemente menciona su paso por  la televisión y por el programa de Pepe Biondi,su famoso padrino que le abrio las puertas del mundo del espectaculo   Sus 40 puntos de rating, le fueron de mucha ayuda a la hora de desenvolverse frente su nuevo público: los pasajeros.
            La llegada a Retiro marca el final del recorrido. El tren entra en los amplios galpones de la terminal, Pedro recoge su banqueta, guarda la frazada y su bandoneon, en uno de sus bolsos, se lo alza al hombro y se marcha con los bolsillos llenos hacia su hogar.