lunes, 6 de agosto de 2012

Los jóvenes de ahora, los jóvenes de entonces…

Por Rochy Sánchez Molina



Veintitrés años pasaron ya desde el comienzo de una década infame, oscura, en la cual predominaron los intereses particulares, o de algunos pocos, por sobre los intereses públicos. Los jóvenes de entonces y los jóvenes de ahora de alguna forma u otra nos vimos y nos vemos afectados por las medidas impulsadas por el gobierno menemista. Es por esto que consideramos necesario plasmar qué participación han tenido los jóvenes en la década de los noventa y qué participación tienen ahora.

La historia del neoliberalismo argentino tiene varias aristas, pero dicho sistema socioeconómico encuentra su auge entre el año 1976 y el año 1983 con la última dictadura cívico-militar, en la cual Cavallo y Martínez de Hoz se encargaron de implementar medidas que consistían en la especulación, en el enriquecimiento desmedido por parte de los grandes grupos económicos y en la restricción de la participación activa del Estado en cuestiones de carácter público. Los noventa no son más que una década encargada de continuar y profundizar el modelo neoliberal iniciado por la dictadura, ya que, sin la intervención de dicho régimen de facto, lo sucedido en esa época probablemente no hubiera ocurrido.

Teniendo en cuenta este panorama nos preguntamos: ¿qué rol cumplían los jóvenes entonces y qué rol cumplen los jóvenes ahora? En principio, los jóvenes de antes y de ahora no se ven influenciados por las mismas cosas. La década del noventa se ve atravesada por las privatizaciones tanto de la telefonía, como de Aerolíneas, pasando por YPF, los ferrocarriles, la jubilación forzada a miles de trabajadores y la de diversas empresas químicas y petroquímicas, entre otras. Actualmente, los jóvenes nos vemos influenciados por un Estado cuyo interés es el de preservar el bienestar de los sectores medios y bajos y no sólo de los grandes grupos económicos; un Estado interesado en impulsar a los jóvenes a la militancia y a la participación de los mismos en la política. Los noventa tuvieron como protagonista a los sectores más exclusivos, aquellos sectores más conservadores, aquellos que creían en lo que es "normal" y lo que no, y aquellos que creían que lo primero se rige en base a la mirada de las grandes potencias mundiales como Estados Unidos y Europa. Este gobierno, por otra parte, cree en la independencia tanto financiera como cultural de América Latina y se rige en base a la intervención del Estado, por ejemplo, sobre las instituciones de salud y educación pública; un gobierno que no se basa en el dólar, en el euro ni en el Merval. Un Estado que protege a los sectores que no invierten en la bolsa o viajan a Europa.

Los jóvenes, básicamente, consideramos que es importante que se nos escuche. Y el incentivar a los jóvenes a participar en la política es una forma de hacernos escuchar, pero también es una forma de preocuparnos e interesarnos por las problemáticas que nos rodean, porque al fin y al cabo somos los jóvenes quienes tomarán la posta y quienes continuaremos con un modelo de país determinado. Los jóvenes y su imperante necesidad de cuestionar, transformar y reclamar son quienes llevarán el estandarte de la lucha. Los jóvenes de los setenta, los ochenta, los noventa y los jóvenes de ahora somos los mismos, en cada uno de nosotros hay una parte que cree fervientemente que un país más equitativo e igualitario es realizable. Está en cada uno despertarse y darse cuenta de que somos un eslabón fundamental en esta cadena o quedarse cómodo en su casa aceptando todo a rajatabla, creyendo que las cosas son inmodificables y que son así porque así tienen que ser. Nuestro miedo ante la indiferencia es que puedan resurgir las sombras de la dictadura o de los noventa, y que los jóvenes, los trabajadores, la clase media y las clases populares vuelvan a ser amordazados o cegados con la venda del individualismo. Así que si sos joven y te sentís inquieto por saber qué está pasando afuera y qué podés hacer para mejorarlo, apagá la computadora, la tele, "bajá el vidrio" de la indiferencia, salí de lo que es "normal" y lo que no, así de una vez por todas nos aseguramos que esas sombras del pasado no vuelvan a resurgir.

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