jueves, 14 de noviembre de 2013

El Festival del Colegio de la Ciudad Arte en la Plaza 2013 ya pasó, pero muchas cosas quedaron. Entre ellas, un puñado de crónicas de los y las integrantes del Taller de Producción Periodística, que afinaron la observación y dieron rienda suelta al tecleo para dejar testimonio de tan hermoso día. (Fotos: Nico Mickey)


Se armó

 

Plaza en el arte

Por Abril García
 
 

Mañanita tempranita. Se huelen las ojeras de los que vinieron temprano y se ven los olorcitos del choripán empezándose a cocinar. Yami que organiza. Remeras del staff yendo y viniendo, se multiplican y van llegando los que lograron levantarse de la cama. Llegan Nico y su cámara, para registrar las primeras horas y ya todo se va formando.

¿Escenario? Listo. ¿Radio? Suena. ¿Choripanes? Calentitos. Actores a escena. Son ellos, los cuatro que van a inaugurar el Festival Arte en la Plaza 2013. Se los ve pasando de la carpa de materiales a un auto colorido y con globos. Avanza y simula entrar en la plaza. Salen ellos de a uno y cada uno con su show: una novia solterona, una Banana en Pijama, una surfista y un guía de safari. Tras generar risas y ambiente festivo, dan comienzo al Festival. Ya la radio hace sus menciones. Hay de todo y en el escenario van rotando ensambles y bandas: de Uruguay, del Colegio, de Tango, de Folclore, de Jazz.

Se ven abuelos con su taller de “juegos de antes”, nenes pintando y haciendo esculturas, telas decoradas, milongas, el PAMI bailando folclore.  Vuelan telas, plasticolas, brillantina, valeros, imanes, papeles, lápices, marcadores. Se ve una pelota que va y que viene, es el área del “Recreo”, donde el deporte tiene su lugar. Los circenses también vinieron, se cuelgan de telas y dan piruetas; y aparece Oye Chico en compañía con tambores y su saxo musicalizando el pasto.  Fotos que van, kermesse que viene, dibujos terminando, indumentarias que comienzan. La tarde sigue pasando y cada minuto es aprovechado.

Va cayendo el sol. “Las bujías de Hugo” suenan y el corazón del Festival se llena para ir terminando el día. Falta el bailongo y llega de la mano de Los paquitos. Todos bailando: Néstor con su sombrero, los actores maquillados, los abuelos que quedaron y los chicos que aguantaron hasta el final. Se llena la plaza de cumbia y se va cerrando una vez más el telón de una Plaza llena de Arte.

 

Una fiesta

Por Jacinta Fischerman
 


A las once de la mañana del sábado 5 de octubre, llegué a la plaza de 14 de Julio y Giribone. El sol salía por entre las nubes y la temperatura comenzaba a subir cada vez más. Había poca gente en la “25 de agosto”. Tijeras, tules, cámaras, cintas, alfileres y pelotas, eran algunos de los objetos que recorrían las manos de todos los organizadores. Los vecinos de Villa Ortúzar se acercaban, curiosos, preguntando por esta puesta en escena que crecía y crecía. Nosotros, los periodistas, les contábamos de este carnaval que se venía armando, mientras colgábamos la bandera que imponía la frase: “Acá estamos los que hablamos”.

A las 13 comenzamos a arengar a través de la radio abierta. Gritando y anunciando lo que se venía, no dejamos de hablar ni un solo segundo para que todos se acercaran al sector del escenario, en el que algunos chicos del taller de teatro actuaron, bailaron y cantaron, abriendo así el  Festival.

Después de la apertura, todo fluyó muy naturalmente. Las bandas se sucedían en el escenario, los chicos de “Redes Club de Circo” volaban y jugaban, la gente no solo observaba sino que también participaba de los talleres y nosotros seguíamos recorriendo toda la plaza, con nuestro relato radial y con pequeños paseítos que dábamos cada tanto. Estos paseítos buscaban tanto proveer de papel y lapicera a la gente que quería decirle algo a alguien en la plaza, como en pasear por los distintos talleres: Inventalingüas, Fotografía, Ajedrez, Pintura, Cerámica, Percusión y muchos otros.

Muy a nuestro pesar y sin que nos percatáramos, la luz comenzó a disminuir, y ese sol que se había animado a salir, volvía a esconderse nuevamente. Mientras escuchábamos la anteúltima banda, “Las bujías de Hugo”,  el frío comenzó a inundar la plaza y nosotros a convertir nuestro movimiento en baile.

Cuando “Los paquitos” subió al escenario, nuestro tímido baile se convirtió en el tan esperado “bailongo”. Profesores, alumnos, padres, hermanos y vecinos perdían su rol y su etiqueta, mezclándose en el mismo ritmo, en el mismo movimiento, casi como en un carnaval. La cumbia transformaba el frío y nosotros, los periodistas, dejamos el micrófono de lado, para conseguir alguna pareja y sumarnos a la fiesta.

Cuando la banda anunció su última canción, todos gritamos diciendo que no queríamos que se terminara. Después, con pena pero sin tristeza, les permitimos a los músicos dejar el escenario. Así, nos miramos entre nosotros, con el consuelo de que el año que viene una nueva fiesta nos espera.
 

 

El bailongo final


Por Layla Ohanian
 

 
Fue para el final del Festival. Después de un día arduo de talleres, bandas, radio y sol, la gente se fue preparando para el número final. Fueron los valientes que se quedaron hasta que cayó el sol, los que aplaudieron y recibieron a la última banda de la tarde: “Los Paquitos”.

Tal como lo había predicho la radio abierta, “Los Paquitos” comienzan y con ellos arranca el bailongo. Los músicos con sus guitarras, sus voces, su acordeón, su percusión, llevan a todos los que se encuentran en el centro de la plaza a un baile de música colombiana que convoca a adolescentes, grandes, chicos, profesores, y a todo aquél con ganas de bailar. La música no para y los movimientos tampoco.

Se baila con el de al lado. Parejas, desparejas o rondas. Ocho de la noche en la plaza: todo vale. Es simplemente tomar al de lado, para dar una vuelta y bailar al ritmo de la cumbia colombiana que sale del escenario. Cerca del final, llegan los boleros y la plaza se pone romántica. Se siente en el aire una energía de que no acabe, de que siga hasta que salga el sol.  Para el final, “Los Paquitos” cierran con una canción que mueve a todos y a cada uno y la gente aplaude y aplaude.

Y ese fue el final. Ya la luna iluminaba, en compañía de pequeñas lucecitas de colores que alumbraban la plaza. Después del todo el día de pastito y sol, “Los paquitos” cerraron el Festival con un baile a toda cumbia. Fue la frutillita del festival, y sí, se armó.



La radio abierta

Acá estamos los que hablamos

Por Rocío Sanchez Molina

 
Ya eran las 10 de la mañana del sábado 5 de octubre, cuando parte del equipo del taller se disponía a armar lo que sería nuestro espacio en el Festival a lo largo de todo el día. Entre carteles, banderas, estacas, telas y mates transcurrieron las primeras horas donde el clima de nervios y ansiedad se sentía en el aire. Cuando llegaron las 13 la locución del programa inició presentando el número de apertura del festival. Desde ese momento y a lo largo de toda la tarde la actividad del taller no cesó ni siquiera un minuto. Las tareas que llevamos adelante en el Festival fueron variadas, entre ellas tomar fotos, y registros de todo lo acontecido junto con recorridas de la plaza como los “mensajeros del festival”, tomando mensajes que respondían a consignas como: “el aire trae” o “una plaza que”, las cuales más tarde conformarían un poema colectivo.

La radio, además, fue la voz de todos aquellos que quisieron pasar a dejar un mensaje para algún otro que se encontrara también en la Plaza. La radio fue la voz de los alumnos, profesores, directivos. La radio fue la voz de todos. Fue la voz del festival.
 


El staff del Festival

Los stafferos

Por Dylan Bokler

 
 
El festival no se construye solo. Antes de que empiece oficialmente el evento, desde bien temprano a la mañana, hay personas en la plaza ayudando a que todo salga de la manera esperada. Gente predispuesta a ser parte de lo que es el armado del evento conforma lo que es el “Staff del Festival”. Integrado completamente por alumnos del Colegio de la Ciudad, que desde varias semanas previas trabajan y discuten respecto del armado del mismo.

Los estudiantes se anotan en la oficina de talleres del colegio con la intención de formar parte del staff casi con un mes de anticipación. Los directivos del espacio de talleres eligen cuál va a ser el espacio que tenga que coordinar cada uno de los inscriptos, tratando de ubicarlos en lugares acordes a sus gustos. Cuando se acerca la fecha del gran día, se realiza la primera reunión con todo el grupo. Aquí, chicos desde segundo año hasta quinto se conocen tal vez por primera vez, unidos por un objetivo en común. En esta importante reunión se le indica a los “Stafferos” su función en la plaza y desde qué hora pueden estar presentes, ya que la mayoría tiene horarios limitados debido a su participación en diversos espacios en el evento.

El espacio a coordinar nunca es individual sino colectivo. Los días anteriores al festival se realizarán tareas de clasificación de materiales para los diversos espacios, se pintarán y armarán objetos que se utilizarán en el día, se charlarán y se indicaran tareas y puntos a seguir en el espacio asignado de cada uno de nosotros.

Y ese día, desde temprano se empieza armar lo que va a ser El Festival de Arte en la Plaza del Colegio de La Ciudad. El equipo va llegando en el horario asignado y empieza a ayudar con el armado del mismo. El lugar clave del staff es la carpa de “acreditaciones”, donde justamente los participantes acreditan que llegaron y reciben su credencial correspondiente con la leyenda “Staff del Festival” y la famosa remera habitual con las consignas del evento. Hay mucho trabajo previo de organización y re organización para que todo salga de la mejor manera posible.

Cuando la radio abierta anuncia que empezó oficialmente el Festival, el equipo pone nuevamente manos a la obra y se ubica en el espacio asignado anteriormente. La tarea es sencilla pero muy importante. Nuestra tarea es la de encargarnos de que a los artistas allí presentes no les falta nada, solucionar los problemas que puedan llegar a surgir y acompañar y ayudar a los profesionales con cualquier cosa que necesiten. El staff está distribuido por toda la plaza siempre dispuesto a ayudar y a despejar cualquier duda que surgiera.

Este año fue el primero en que formé parte del Staff. Me tocó junto a Carolina Bobrovsky coordinar el espacio de ciencia, que integraba diversos talleres tales como las simultáneas de ajedrez, “Atracción fatal: juegos y experimentos con imanes” y “Los científicos más locos del mundo”. Fue una experiencia muy enriquecedora y por suerte todo salió de la manera esperada. Estuvimos en momentos en los que se precisaba algo y pudimos solucionar diversas situaciones que iban surgiendo. La verdad, tengo que felicitar a todos los que formaron parte del Staff del Festival 2013, que realizaron su tarea a la perfección e hicieron que el festival fuera una experiencia absolutamente increíble.

sábado, 13 de julio de 2013

Algunas notas más



Quienes no pudieron ir a cubrir el festival artístico en el tren escribieron notas en base a otras experiencias. Acá les dejamos la crónica sobre el primer programa de radio del año, una nota de opinión sobre el voto a las 16 y una noticia sobre el ciclo de charlas Click!

 
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Crónica de un primer programa de radio
Por Federico Bergerman 

Era de verdad, un grupo de esos mismos jóvenes que no deseamos más que nos vaya bien en nuestras tareas haciendo el mínimo esfuerzo posible, estábamosorganizándonos de una forma en la que nunca antes lo habíamos hecho. El edificio de la radio era más que suficiente como para sentir que lo que uno estaba haciendo no era algo simple. Mientras algunos recolectaban información, otros armaban los bloques que íbamos a tratar. Diez minutos antes de las siete en punto, horario en el que comienza el programa, cada uno tenía su machete con todo lo necesario para que en el momento de estar al aire no nos olvidemos de nada. El programa empezó, estábamos al aire en una radio de verdad. Comenzamos explicando quiénes somos, un grupo de chicos del Taller de Periodismo del Colegio de la Ciudad, y mandándoles un saludo a los excompañeros que ya no forman parte del taller. Ya arrancando el programa, nombramos los acontecimientos más importantes que sucedieron al principio de este año como la asunción de un Papa y de una reina consorte nacidos en Argentina, el conflicto del Borda, las últimas inundaciones, la nueva reforma judicial, el voto para menores de edad, entre otros sucesos que posiblemente tratemos más adelante. Los siguientes bloques fueron dedicados a la apertura del cine Arteplex, una columna con los próximos estrenos en los cines, una entrevista telefónica con un actor que protagonizara una película argentina. Luego anunciamos la nueva novedad del Colegio, el centro de estudiantes, y junto con el presidente del mismo se comentaron ideas, opiniones y se mencionaron los próximos proyectos que se desarrollarán. En la columna literaria se habló sobre la Feria del Libro y sobre esos libros que uno puede leer y leer y siempre sentir que está frente a algo nuevo. Unos cuantos de nosotros fuimos a ver Othelo, una versión basada en la antigua obra de Shakespeare, así que la comentamos, la criticamos y dimos información sobre la misma. Ya finalizando el programa, Bruno nos contó qué es lo que hay de nuevo en la música y quiénes van a ser los artistas que vendrán al país próximamente. En el último bloque nos despedimos y anunciamos el tema de la próxima emisión, el conflicto del Borda. Fue un programa en el que se destacó más la buena onda y el trabajo en equipo que la producción periodística previa.

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Nota de opinión: voto a los 16
Por Juan Fernández

16 años, una edad en la que se da un primer paso para tomar las primeras decisiones. Se puede empezar a trabajar en ciertos lugares, ya se  está a pocos pasos de poder sacar el permiso de conducir. Si todo sigue bien se está  cerca de terminar la secundaria para empezar la facu y poder decidir qué carrera vas a seguir:  la que te guste, la que creas que mas plata te va a dar, la que vos creés mas fácil, esa con la que sentís que vas a poder hacer un bien a la sociedad.
Entonces, si puedo hacer y elegir todas estas cosas y muchas más, ¿por qué no voy a poder elegir  quién nos va a gobernar los futuros cuatro años, o elegir a los diputados y senadores que crea más capaces para llevar esa labor a cabo con sabiduría y consistencia? Porque a fin de cuentas es tu país, el mío, el de todos. Esto último puede sonar muy burocrático, con una esencia de “camisa y corbata”, pero en realidad es simple, importante y opcional.
Quiero hacer énfasis en esto último: todavía no estás obligado a votar, sólo que este gobierno te está abriendo el camino a interesarse o profundizar  tus ideas sobre nuestra política. En base a este tema escuché muchas criticas al gobierno de los K. Sí, soy K, lo aclaro para mostrar desde que posición estoy  planteando este tema. Escuché cosas como “estos Karetas, que le dan la posibilidad  de voto a los chicos insolentes”; otras como “estos del gobierno buscan ganar más votos”. Yo le digo a esa gente: si van a querer ganar más votos, ¿me van a decir que algún político va a querer que los vote menos gente? Repito, es opcional, o sea, el que quiera votar vota y el que no, no.
Sé lo que están pensando (yo también soy adolescente): algunos van votar cualquier cosa o van dedicar su voto a un chiste. Pero, ¿me van a decir que ningún grande hizo un chiste con su voto? Como el famoso caso de la rodaja de salamín en el sobre o el voto a cualquier persona o el voto en blanco, porque es gente poco informada que tiene que votar obligatoriamente. Y para aquellas personas que piensan que dejar el Estado parcialmente en manos de adolescentes, les digo: dejen que voten y veamos a quiénes votan y quién gana. Total, no seria la primera vez que nos arriesguernos por otro político que no haga las cosas bien. Nuestra historia esta llena de esos casos. Y muchas de esas votaciones fueron todas decididas por mayores.

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Click, algo te puede cambiar                                         
Por Dylan Bokler

El 11 de mayo a las 6 de la tarde, en Ciudad Cultural Konex se realizó el tercer evento de Click! ¿Qué es Click!? Es un ciclo de charlas cortas con referentes de la comunidad judía en el cual se reúne a un grupo de personas que cuentan su historia de vida, qué los inspiró, sus motivaciones, sus ideas, sus valores, su relación con el judaísmo y los hechos que determinaron su camino como persona y como profesional. Ideado a su vez para los jóvenes y adolescentes judíos y no judíos, para los cuales la entrada era gratuita.
Para poder hablar de la tercera edición es necesario informar sobre lo acontecido en los anteriores eventos. El primer encuentro de Click! fue el 3 de septiembre de 2011, en Lamroth Hakol (una comunidad judía de Vicente López que cuenta con una sinagoga). En el mismo  hubo una serie de interesantes oradores, como Adrián Suar, productor y actor, que contó su recorrido en los medios de comunicación; Marcelo Birmajer, reconocido escritor y guionista que narró diversas anécdotas de su juventud que lo llevaron a ser lo que es hoy en día; Juan Pablo Varsky, Alejandro Melamaed (ejecutivo en RRHH de Coca Cola) y Santiago Bilinkis, entre otros, completaron la jornada. El 5 de mayo de 2012 se desarrolló la segunda edición de Click!, nuevamente en Lamroth Hakol. Los oradores en esta edición fueron Estanislao Bachrach (neurocientífico y escritor del best seller Ágilmente), el reconocido director de cine Daniel Burman, Ariel Paluch (famoso periodista radial y escritor de libros de autoayuda) y Diego Golombek (respetado biólogo y escritor), entre otros reconocidos oradores.
En esta tercera edición de Click! se cambió la sede y el formato de las charlas. En esta “last edition” participaron del evento más de 2500 personas que disfrutaron las más de ocho charlas que brindaron los oradores. A su vez, importantes marcas y empresas acompañaron la velada que tenía un fin solidario (se juntaba dinero para la apertura del nuevo edificio de juventud de la comunidad Lamroth Hakol). Coca Cola, Banco Hipotecario y múltiples instituciones fueron participantes activos en los dos recreos de la noche. Por último, se realizaron distintos juegos recreativos para la diversión de los invitados. En fin, una nueva edición de Click! que va por más.

viernes, 21 de junio de 2013

Viaje Tren Adentro

El taller de Periodismo participó en la intervención artística Viaje tren adentro, organizada por la Biblioteca estación Coghlan, la Compañía Itinerante de Educación por el Arte (CIEPA) y el Colegio de la Ciudad. El sábado 11 de mayo la estación Coghlan del ferrocarril Mitre se vistió de colores que, sumados al sol otoñal, dieron pie para un viaje en tren a puro arte que fue hasta Retiro y volvió a la estación de origen para bajar el telón. Nuestros/as cronistas se inmiscuyeron en los vagones para observar lo sucedido y tomar testimonios de los pasajeros y pasajeras del tren. Este dossier es el resultado.
 


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Una crónica en ida y vuelta
Por Rocío Sánchez Molina y Jacinta Fischerman

Eran las tres de la tarde de un sábado 11 de mayo. Pero no era un sábado cualquiera. A la hora prevista nos juntamos en la estación Coghlan. Con grabador, libretas y lápices en mano, emprendimos lo que sería una tarde de entrevistas y coberturas. La primera entrevista que realizamos fue a un grupo que propondría tocar unos boleros “a pedido” para los pasajeros del tren. Mientras el tiempo transcurría y esperábamos que el reloj marcara las 16:30, horario de llegada de tren, tuvimos la oportunidad de entrevistar también a Cristina Moncayo, miembro de la asociación civil “Amigos de la estación Coghlan”, una ONG sin fines de lucro. La organización plantea como iniciativa la apropiación del espacio público por parte de los ciudadanos. Es así como, en 2011 y en articulación con la CIEPA (Compañía itinerante de Educación por el Arte) y el Colegio de la Ciudad, surge la propuesta de una intervención artística en el tren.
Nuestra labor periodística continuó con el correr de los minutos. Pudimos hablar con un integrante del Circo Bártulo, Johan, quien nos comentó que participa en diversos talleres junto con un grupo de boy scouts de la zona para quienes se organizan talleres de reciclaje, candombe y malabares, entre otras cosas. El Circo Bártulo está conformado por dos colombianos, un chico de Villa Gesell y uno de Mar del Plata. Su grupo circense viaja por todo el país realizando presentaciones y brindando talleres.
La radio abierta que resonaba en la estación Coghlan fue, por otra parte, de gran importancia para quienes paseaban desprevenidos o curiosos por allí y querían saber de qué se trataba la intervención en el tren y qué actividades iban a tener lugar en el recorrido hasta Retiro. Ezequiel, una de las voces presentes en dicha radio, nos comentó que ésta era una radio básicamente “under”, que trataba de “fomentar programas del barrio”. La radio, según el entrevistado, busca “tener más difusión” y circulación y “busca tener programas al aire todas las semanas”. Otro dato de suma importancia es que la misma emite sus programas desde la estación Urquiza-Chacarita, en el segundo piso.
Mientras tanto, los otros participantes de la radio anunciaban la llegada del tren y convocaban a todos a subirse. Cuando entramos al tren, con guirnaldas para decorar en una mano y libretas de periodistas en otra, los pasajeros no entendían lo que pasaba. Una vez dentro, seguimos entrevistando tanto a los realizadores de la actividad como a pasajeros sorprendidos por la misma. Las chicas del Elenco de teatro del Colegio de la Ciudad -que proponían la puesta de una escena de Lisístrata- nos contaron que los espectadores en su vagón se distrajeron bastante por el incidente causado por la queja de una señora. Pero luego de alejarnos de las actrices para acercarnos a una pasajera, lo único que recibimos fueron halagos. La señora nos dijo: “La actividad me pareció muy atractiva y movilizadora. Se notó cómo los adolescentes se comprometen con el arte, oponiéndose a la típica frase ‘los chicos de ahora’ que los medios de comunicación transmiten constantemente”.
Al pasar al siguiente vagón, nos cruzamos con las actividades del taller “Inventalingüas”, con los Haikus, los Oráculos y las Cartas perdidas. Otra de las actividades consistía en responder a la pregunta: ¿Cómo sería la realidad objetiva si lo que ves y conoces se rompe? A lo que los pasajeros respondieron tanto filosófica como socialmente.
Así, entre canciones, música, obras de teatro y poemas llegamos a la estación Retiro, justo cuando el sol se ponía en el horizonte, alrededor de las 17:30. Le preguntamos a la directora de la biblioteca cuáles eran sus sensaciones. Ella, muy emocionada, nos contó: “Esto da vida. Como soy loca y revoltosa, estoy feliz acá. Mi hijo siempre me dice ‘mamá, te vas a volver loca’, a lo que yo le contesto ‘dejame vivir, ¿querés que me quede cocinando, encerrada todo el día?’”. Oye chico, el ensamble de percusión del Colegio, se transportaba con sus instrumentos, casi como si fueran parte de su cuerpo, por los diferentes lugares de la estación Retiro. Los chicos del taller de Fotografía, con sus gigantes cámaras negras hechas con papel, los fotografiaban. Después, nos ofrecieron realizar su actividad: sacar fotos con esas extrañas cámaras a un lugar que nos gustara. Al volver al tren, las actividades persistieron, esta vez con otros pasajeros que también parecían bien predispuestos ante las propuestas artísticas del tren.
La vuelta del tren fue mucho más rápida, pero no así menos dinámica y entretenida. Cuando llegamos a Coghlan la noche era inminente y, si bien la mayor parte de los integrantes de la intervención se dispersaron apenas el tren arribó a la estación, todavía podían divisarse grupos de personas que se quedaron hasta el final del evento. Así concluyó un día en el que el arte copó los vagones del tren y en el que un grupo de adolescentes del Colegio de la Ciudad, mezclados con participantes de Ciepa y la asociación civil de “Amigos de Coghlan”, hicieron de puente entre el tren y el arte.

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Ni el mismo tren, ni la misma plaza
Por Matías Nelson

De un tren a otro, el corto viaje en tren, en un presente permanente que se extiende desde esa espera de 7 minutos hasta un cruce del puente, lento, infinitamente lento. Voces, voces aparecen e irrumpen, violentas, el viejo sol que inflama imponente la tarde, atrofiando el frío, y reivindica una vez más al desconcierto de llegar a una fiesta tarde.
Una masa de gente amontonada y las caras conocidas que se reencuentran un sábado a la tarde, soleado, una radio abierta que organiza a la muchedumbre y entretiene con risas a un grupo de chicos que conforman a los Scouts de Argentina y diferentes jóvenes hijos de gente del barrio y hermanos de compañeros que se liberan a las risas y se entregan al entretenimiento y algunas bromas fáciles de un clown de la radio. Un avance lento en busca de conocidos y los diferentes conocidos de diferentes lugares, grupos variantes con diferentes intereses, gente que buscaba pasar la tarde y gente que quería ver a sus familiares, personas a las cuales su atención se llamaba y personas cuya presencia era llamada.
Como una ráfaga comenzó la música de los tambores de “Oye Chico”, las percusiones despertaron la atención que se apaciguaba lentamente con un público expectante, los malabaristas que comienzan poco a poco a pasarse entre sí sus diferentes utensilios mientras uno, valiente, decide pasar entre medio a medida que los chicos continuaban tocando los tambores. Tambores que eran telón de fondo, haciendo de un espectáculo únicamente visual algo además auditivo, apoyado también desde la radio, que hacía observaciones constantes.
Finalizó el acto. Finalizó la música y ahora un sentimiento de expectante angustia se hizo propia –creo yo- de todos nosotros a medida que subíamos a la plataforma a la espera del tren. 3 minutos decía la pantalla luminosa y mi mayor recuerdo era la figura de Martín, lleno de cosas, desbordante de objetos. Recuerdo haberle ofrecido una mano y tener que esperar al vagón 3, y el tiempo pasaba y pasaba y no estaba seguro cual era, y preguntar, después, llegó, imponente, y a partir de ahí tan solo quedó a recuerdo de cada uno, la explosión artística individual de cada vagón, la intervención pertinente a cada uno.
A favor de permitirle a otras letras y a otras voces expresarse a sí mismas, desarrollarse en la escritura misma, prefiero dejar de lado cualquier ocurrencia desde la partida del tren hasta la vuelta. Quizás sea necesario nombrar que debimos parar en Colegiales por un problema pertinente a una queja de una señora y un error en cuanto a los permisos, por supuesto siendo esto un malentendido.
Este paro se notó sobre todo en el primer vagón en el cual los tambores sonaban, en los vagones posteriores el ritmo se mantuvo por completo e incluso en el vagón parado, y después de que no se les permitiera tocar los tambores, el arte encontró nuevas formas de proliferar.
Llegamos a Retiro y fue el principio de un nuevo viaje, el viaje de regreso. Recuerdo aprovechar para realizar unas entrevistas y para observar lo que me había perdido en la ida, y espero que así todos hayan podido hacer lo mismo.
Para el ansiado final me moví hacia el primer vagón, el viaje terminaba nuevamente, pero como las espirales del pensamiento de los pueblos precolombinos sobre el tiempo, estábamos nuevamente en el mismo punto y este no era el mismo, habíamos finalizado la vuelta, pero no estábamos dos veces parados en el mismo lugar. Habíamos finalizado la vuelta pero esta solo era parte de un ciclo aún mayor.
Salir nuevamente afuera fue solo el primero de los desafíos. Las percusiones súbitamente callaron mientras debíamos bajar, hubo un minuto de silencio entre que se daba el paso hacia el exterior del tren, pero tan rápido como se armó el silencio se formó una nueva barrera de sonido, proveniente desde la plaza; eran las bandas que empezaban a sonar, como marchas sobre nosotros que llegábamos.
La plaza era la misma pero el tiempo era distinto, había gente que no se había subido al tren, casi la misma cantidad, pero no era la misma gente.
Me atrasé y me senté en un banco, ya me había sentado con anterioridad, pero yo no era el mismo.  Abrí mi billetera y me fijé cuanta plata tenía, y me levanté decidido a comprar un helado en el camino a casa.



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Y Oye Chico siguió tocando…
Por Bruno Di Saia

Oye Chico llegaba a la estación Carranza con una de sus rítmicas interpretaciones. La gente observaba atenta a los músicos que, en su afán por transmitir el arte, no se dieron cuenta de que el que se había acercado e irónicamente les decía “bueno, ya  se divirtieron”, deteniendo el sonido de las congas, los djembes y los accesorios, era el guarda del tren. El coche había frenado en la estación, pero esta parada no era como cualquier otra. El guarda decía que el grupo no estaba autorizado para dicha intervención. Todo había sido desatado por la queja de una mujer que viajaba junto con su hijo. Inmediatamente, la organizadora del evento, Cristina Moncayo, mostró la autorización que a todos los intervinientes les permitía expresar lo que sabían en aquel tren. A pesar de esto, la policía ya estaba en el lugar, como si hubiese ocurrido un delito.
La situación se puso más y más tensa. Un pasajero que iba en el vagón en que Oye Chico tocaba, con gran indignación, acusaba a la policía: “Cuando suben barras bravas no les dicen nada, pero cuando se suben diez chicos a tocar los paran”. Al pasar los minutos, los ánimos se fueron calmando. Pero Oye Chico no pudo tocar sus instrumentos por el resto del viaje.
Los integrantes del grupo de percusión del Colegio de la Ciudad usaron entonces sus voces y sus palmas para hacer la interpretación del Himno Nacional, que tantas veces entonaron con todo su arsenal de instrumentos. El mismo pasajero que los había defendido se emocionaba al escucharlos. Oye Chico llegó a Retiro con la autoestima y las ganas de tocar más altas que nunca. Al llegar, no aguantaron la espera del tren de vuelta: tocaron hasta que este arribó.
La vuelta no fue ni un poco parecida a la ida. La mayor ironía fue que el guarda del tren que volvía a Coghlan aportó con una guitarra que le acercaron y su voz para una inolvidable chacarera. Todo lo ocurrido en la ida había quedado en el pasado.

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Esos nervios lindos
Por Layla Ohanian

La gente comenzó a llegar a la plaza de Coghlan a eso de las tres de la tarde. Se escuchaba de fondo el tren que llegaba a la estación para después irse demasiado rápido. El sol cálido que iluminaba la plaza  se combinaba con los vientos fríos de la tarde, ofreciendo un  típico clima de mediados de otoño.
Había vecinos, organizadores, bailarines, músicos, locutores, periodistas y curiosos. Todos provenientes de lugares diferentes, haciendo cosas diferentes. Reinaba una energía de preparación en el aire.
Los chicos del taller literario del Colegio de la Ciudad cortaban papelitos para decorar el tren por adentro, los bailarines practicaban sus rutinas, las cantantes sus líneas y la radio abierta ponía al tanto a los que iban llegando.
Llegaron los Scouts de Argentina, los malabaristas y cada vez éramos más. De pronto, sin aviso –como de costumbre– llegaron los nervios. Esos nervios de ansiedad, de que quiero llegar y quiero que llegue el tren, esos nervios lindos.
En los momentos previos al arribo del tren, los músicos sacamos los instrumentos y los malabaristas sus clavas y sus pelotas. No podíamos esperar.
Se armó una ronda con chicos y grandes, bajitos y altos, periodistas y profesores, recitadores y escritores: todos escuchando. Oye Chico, el ensamble de percusión del Colegio, comenzó a improvisar. Con director en frente, la música  empezó a sacudir a los que estaban sentados. Todos parados, casi listos para subir al tren, con instrumentos en mano y lapiceras para relatar en otra, instalados en el andén, esperando nuestro pequeño detalle: el tren.
Una vez arriba, cada taller, ya sea de la CIEPA, el Colegio, la Biblioteca u otro, se ubicó en un vagón diferente. Parecía un mundo distinto. Se podía estar en un vagón y tener que pasar por el medio de “Lisístrata”, la obra del elenco de teatro del Colegio de la Ciudad, para luego pasar a una actividad de creación de haikus,  poemas japoneses que empapelaban todo el vagón dos. Y así, de uno en otro. Cada vagón, algo así: un mundo distinto. Y nosotros, entre estos nervios lindos, haciendo arte para todos.

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¿Qué es lo que incomoda?
Por Cata Bargalló

  
Los pibes estaban muy entusiasmados. Con sus bombos, tambores, maracas y, sobre todo, sonrisas de oreja a oreja que denotaban las ganas que tenían de participar. Coghlan, soleado y lleno de gente, fue el lugar de la partida del tren.
Esta intervención sería muy diferente a las que, probablemente, muchos de los chicos habían experimentado. No tenía fines lucrativos o alguna promoción de un evento-viaje-objeto, simplemente la idea de pasar un buen rato entre los participantes de la misma y los pasajeros que, por razones del destino, o quién sabe que, habían decidido viajar en ese tren, ese día.
Todo iba bárbaro: las risas, la música, los colores. La gente pispeaba a través de algún diario, miraba todo de reojo o se detenía para observar toda la escena.
Luego de algunas coplas de la chacarera, Oye Chico (ensamble de percusión del colegio) comenzó a sonar en el vagón 4. Llegamos a la estación Colegiales, el tren se detuvo y allí fue cuando el incidente ocurrió.
Al haber escuchado la música, una mujer se quejó ante el encargado del tren. La música la estaba molestando y quería que parara.
Es por esto que, ya detenido el tren, el encargado salió a pedir explicaciones. “Tanto el colegio como los representantes de la biblioteca de Coghlan y de CIEPA (Compañía Itinerante de Educación por el Arte) tenían todos los papeles en mano y al día”, afirmó Martin Broide, vicedirector de Talleres del Colegio de la Ciudad. Pero esto no bastó, y tanto fue así que el encargado llamó al policía de la estación para que se encargara del “inconveniente”.
Esta confrontación tan abrupta con la realidad me dio, entonces, para pensar. ¿Por qué se naturalizan los robos, las discriminaciones y los malos tratos en los medios de transporte, y se escandalizan cuando un grupo de jóvenes lleva un poco de música? ¿Es necesario usar las fuerzas de seguridad en situaciones como estas? ¿Por qué en estas sí, y no en otras?
Creo que la respuesta se encuentra en el hecho de que el arte siempre desestructura. Y más cuando se trata de un arte por el hecho en sí de hacerlo. Cuando un grupo de música toca en un vagón, en un andén, o en cualquier lugar público para luego pasar la gorra es rápidamente aceptado por los pasajeros del tren. Hay una cotidianeidad en este hecho: los músicos necesitan plata, tocan, les dejan algunas monedas, se van. Es comprensible, asimilable, y por ende, no molesta.
De igual manera sucede con los robos. La naturalización de los mismos es un hecho cotidiano y no necesita muchas explicaciones. Sin ir más lejos, cuando en los subtes de la CABA hay denuncias de robos, gran cantidad de veces la única medida que se toma es la de avisarle a los pasajeros por medio de un cartel electrónico que tengan cuidado con sus pertenencias.
Retomando, como dijo la artista plástica (y profesora de artes visuales en el Colegio de la Ciudad) Rox Carini, “es necesario que el arte genere en el otro sensaciones diversas”, es decir, que pueda lograr cambios, dinamismos y poner al otro en una situación crítica frente a la obra. Creo poder decir que lo sucedido en el vagón 4 (el vagón musical del tren Mitre intervenido esa tarde) fue un claro ejemplo de la disconformidad que crea el arte cuando no está enmarcado en algún espacio que no sea “normal”. Fuera de un Museo, de un recital u otro.
Concluyendo, el viaje retomó su destino hacia Retiro y Oye Chico dejó de tocar con instrumentos, pero utilizó sus voces y palmas para hacer sonar el himno argentino. En el viaje de vuelta el encargado del tren no solo dejó a los pibes tocar, sino que también, con viola en mano y voz potente, entonó una chacarera que sorprendió a todo el vagón. Entonces, se podría decir que, al final, la cuestión es que gente hay de todos los colores.

martes, 16 de abril de 2013

¡Arrancamos el 2013 con todo!


Comenzó un nuevo año del Taller de Producción Periodística del Colegio de la Ciudad y arrancamos a pura marcha, con mucho entusiasmo y dedicación. Dos fotos sirvieron de disparadores para escribir una nota imaginaria. La misma podía ser un "policial" para el diario Crónica, un horóscopo, una nota de opinión política para un diario dominical, una nota "del corazón" en la revista Para Tí, una nota de "divulgación científica" en la revista Muy Interesante o una nota deportiva en el diario Olé. 
Dejar volar la imaginación para crear una historia... y elegirle alguno de estos formatos periodísticos bien conocidos... siempre teniendo algún punto de relación con la foto.
Y luego de las lecturas, nos dividimos en dos grupos y, en base a dos de los textos escritos, redactamos sendos radioteatros que representamos para redondear un primer día de trabajo introductorio en el periodismo gráfico y el periodismo radial. ¡Acá está el resultado!

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Nota policial. 
Por Layla

El grito se escuchó a las once de la noche del martes, en Sáenz Peña y Belgrano, en el centro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Toda la calle volteó para mirar, porque para su curiosidad, había venido de la Iglesia Católica N°23, despertando y llamando la atención de sus vecinos cercanos.
El incidente comenzó a las siete de la tarde como un disturbio doméstico, una pelea entre Ernesto Chavel –empresario administrativo de la línea B, 37 años– y su mujer, María Pilar Servin –maestra jardinera, 33 años–, que ¨finalizó¨ con la salida de Chavel de la casa tras una violenta discusión.
Chavel, como ya hacía hace un tiempo, ante una discusión con su mujer –que eran cada vez mas frecuentes– recurrió a la Iglesia 23, sobre la calle Sáenz Peña, con el objetivo de hablar y liberar su ira con el cura que residía en su momento, José Pablo Terré. Al llegar, Terré le dio la bienvenida como siempre y notó en Chavel un aspecto más nervioso, que no había ocurrido anteriormente. Chavel gritó su furia en el pasillo principal de la Iglesia, eliminando así a los últimos fieles que se encontraban rezando a las últimas horas de la noche.
La iglesia, minutos después, se encontraba vacía, con sólo Chavel, Terré y sus ayudas para tranquilizar al primero. Éste, había perdido, para ese momento, cualquier idea racional posible, cuando comenzó a gritar sus disgustos sobre, no sólo su mujer, sino también su vida y sus entornos. La discusión ahora evocaba a la Iglesia, y de como ésta, siendo una de las instituciones más grandes del mundo, no podían ayudarlo en su situación. Para este momento, los gritos de Chavel comenzaban a llamar la atención de los vecinos y los fieles que se encontraban afuera del edificio. Pero ya era demasiado tarde.
Chavel sacó de su saco su navaja portátil y apuñaló al cura Terré numerosas veces, mientras que este gritaba e inquietaba a los oídos curiosos de los exteriores. Chavel había descargado toda su ira en el hombre que lo había escuchado durante muchos años.
Para cuando los vecinos estaban reunidos afuera de la Iglesia, una llamada contactó a la policía y dos minutos después el edificio del centro de la ciudad se encontraba rodeado.
Chavel no se resistió y, según los informes policiales de la comisaría 48, se encontraba en estado de shock emocional cuando lo encontraron. El asesino tenía una cruz en la mano, la navaja en la otra y estaba tumbado junto al cuerpo del cura, con los ojos abiertos. Una verdadera escena.
Cuando entraron los policías y la ambulancia a la escena del crimen encontraron al cura José Pablo Ferré inconsciente, pocos momentos antes de que terminara de desangrarse. Hoy en día se encuentra en estado de coma en el Hospital Pirovano, donde la familia y amigos lo apoyan y esperan a que despierte. Chavel se encuentra en un juicio que podría darle prisión perpetua, con un mínimo de 50 años por homicidio religioso.

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Un viaje inolvidable. (Nota "Del corazón") 
Por Cata Bargalló 

El último mes del año 2012 realicé el viaje más increíble de todos los tiempos: visité la cuna de la cultura y las artes, mi amada Europa. Les relataré algunos momentos del viaje, como así las sensaciones y emociones que me fueron surgiendo a lo largo del mismo.
Todo el año había estado ahorrando para este viaje. Con mis amigas de la secu habíamos hablado de viajar desde hacía varios años antes: 2012 tenía que ser, sí o sí, el año en que nuestro sueño se hiciera realidad.
Partimos de Ezeiza el 28 de diciembre al mediodía. Muertas de calor y súper emocionadas decidimos empezar el viaje con todas las pilas.
El primer país que visitamos fue España. Para varias de nosotras, de origen español, fue como volver a nuestras raíces y reafirmar nuestra ascendencia europea. Visitamos Barcelona, Madrid y Cataluña, más algunos pequeños pueblos de la zona. Lo que más me interesó fueron las paellas y el flamenco. ¡Obvio que con mis amigas bailamos y comimos de todo!
Francia fue nuestro segundo hogar por un par de días. Aunque sólo estuvimos en Paris, fue un lugar alucinante. La torre Eiffel es divina, y es muchísimo más grande de lo que parece. Los castillos, de ensueño. Las calles, mágicas. Pero lo que más nos gustó fueron los chicos franceses. ¡I-RRE-SIS-TI-BLES!
Alemania fue el tercer país que visitamos. Realmente es bastante diferente del imaginario común. La gente es muy copada y no son para nada discriminadores. Berlín es muy agradable: la arquitectura, el arte y la comida eran una perfecta combinación que nos invitaba a hacer un montón de cosas.
Por último pasamos por Italia. Visitamos Roma, en donde está el Vaticano (¡hermoso!) y el Coliseo. Toda la cultura italiana es increíble. La gente es muy amigable y es verdad que se parecen a los porteños en sus formas. ¡Gritaban para saludarse y hacían gestos para decir cualquier cosa!
En total, pasamos casi un mes afuera. Volvimos a la Argentina el 20 de febrero, alucinadas y con ganas de volver a viajar. ¡Una experiencia insuperable!

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Nota Policial. 
Por Federico Bergerman

En el día de ayer, miércoles 10 de abril, unos vecinos del barrio informaron a la policía acerca de un hombre ubicado en el techo de unos de los edificios de viviendas más antiguos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En un principio se creía que se trataba de un intento de suicidio, pero luego se pudo reconocer que el hombre era un francotirador. Los expertos afirman que su arma fue comprada a contrabandistas extranjeros. Una vez que preparó su arma, el primer objetivo del criminal fue una librería de la zona. Aunque no hubo heridos, la librería sufrió daños como la rotura de la vidriera principal. Afortunadamente, la policía llegó a tiempo y pudo evitar que haya más afectados. El hombre se entregó a las autoridades policiales siguiendo las instrucciones que se le iban dando paso a paso. Actualmente, se encuentra en la comisaría del barrio. En el día de mañana, viernes 12 de abril, se le harán tratamientos psicológicos y se intentará averiguar su identidad, ya que se negó reiteradas veces a contestar interrogatorios. Aunque se supone que podría tener crisis emocionales o algún tipo de trastorno.

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El Verdadero distinto.  (Nota Deportiva)
Por Bruno Di Saia

El proceso de decadencia por el que el fútbol argentino está pasando estos últimos años no tiene nada que ver con esta historia. Este chico de apenas 13 años tiene un futuro futbolístico por delante, sin duda, pero esa no es la verdadera rareza de esta historia. Recién llegado del Sur, se lo ve de espaldas en la foto publicada, asombrado con el paisaje que está mirando. "Cómo irme de Argentina", se pregunta la joven promesa a la cual ya le habían preguntado esto mismo tantas veces. "Quiero jugar en River, no me importa ni el Barcelona, ni el Milan". Esto es lo realmente raro de esta historia. Nuestro fútbol, últimamente, ha entrado en decadencia porque el verdadero sueño de los chicos es irse a jugar afuera. Cómo hacer que nuestro fútbol mejore si la primera promesa que aparece, si no se fue antes, juega a lo sumo una temporada en su país. Cómo después pueden representarnos si quienes realmente le han dado todo, le han cumplido su sueño no están en este país. "Igualmente", le pregunta el periodista, "¿después de River , te gustaría jugar en el Barcelona?", dando por obvio que la respuesta iba a ser sí. "No, yo quiero jugar en River toda mi vida", responde convencido. "De acá no me quiero ir". ¿Habrá posibilidad de que no sea convencido de irse prematuramente? ¿Se quedará realmente toda su carrera en este país? ¿Podrá la Argentina volver a desarrollar una figura futbolística como lo supo ser Maradona? Por ahora sólo está dado por hecho que este chico jugará al futbol porque "es lo que me gusta ser, es para lo que sirvo", dice respondiendo a la última pregunta asignada para esa conferencia, después de su prueba en el equipo millonario y que los mismos dirigentes de River aseguraran que el chico jugaría en las inferiores de dicho club. No es el nuevo Messi , o Agüero: es Pedro Roco, distinto a todos.
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Nota policial. 
Por Jacinta Fischerman

Avenida Corrientes  a las 3 de la tarde del día 8 de mayo. La avenida estaba repleta de gente. Cada persona, pensando en sus problemas, en su trabajo, en sus preocupaciones. De repente, la tranquilidad y el orden dentro de ese caos se interrumpen por tres ruidos muy fuertes. Carlos García, un gran y muy rico empresario, fue asesinado. Las personas alrededor empiezan a gritar y comienzan a llamar a la policía, a la ambulancia e incluso a algunos canales de televisión. Al cabo de cinco minutos, cuatro policías comienzan a  correr en diferentes direcciones, pero no logran capturar al asesino.
García provenía de una familia muy rica y poderosa.  Al principio, los investigadores sospecharon de dos clientes de este empresario, ya que se decía que los había estafado. Uno de ellos negó esta estafa y el otro aseguró y pudo demostrar que el día 8 de mayo a las 3 de la tarde estaba trabajando en el barrio de Palermo.

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Nota de opinión política.
Por Rochi Sánchez Molina

El día de la fecha tuvo como protagonistas a una gran multitud de personas que se manifestaban pacíficamente en las calles. El motivo consistía en hacer ver sus reclamos ante el desentendimiento de las autoridades frente a los damnificados en las inundaciones ocurridas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la ciudad de La Plata y el Conurbano.
La indignación y el descontento reinaron durante dicha jornada. La gente necesitaba contar con ayuda estatal para reparar los daños que en ocasiones superaron lo material y llegaron a cobrar vidas humanas. Afortunadamente, fueron miles los militantes políticos e incluso personas anónimas que se acercaron a distintos lugares de la ciudad para donar cosas. La solidaridad increíblemente pudo suplir las falencias de algunos funcionarios públicos que prefirieron tomarse vacaciones incumpliendo con las responsabilidades que implican ocupar un cargo de alto rango político. La falta de consideración para con los que tenían poco y pasaron a tener nada generó un nuevo despertar en la sociedad, generó la posibilidad de organizarse y ocuparse de una vez por todos de aquellos que son ignorados por las grandes corporaciones y los sectores más concentrados y poderosos del país.

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Nota de divulgación científica. 
Por Dylan Bokler

La calle Corrientes es, según la Organización Mundial de Avenidas Asociadas, la que reúne por día más turistas de todo el mundo. Según una reciente investigación de los alumnos de la Universidad Católica de Lomas de Zamora,  por la misma transitan más de 2 millones de turistas por día. Según un estudio de la Universidad de Georgetown, los turistas provienen de más de 50 países de todo el mundo. La mayoría, según el estudio, son egipcios y vietnamitas, pero también hay una gran masa de estadounidenses, irlandeses, brasileros y norcoreanos. Según una tesis de doctorado de uno de nuestros cronistas, esto se debe a la liberación de unas endorfinas llamadas “Turz”, que atraen a los turistas hacia esa calle. Estas mismas son liberadas debido a los árboles que se encuentran allí. Estos mismos, de la especie Utulbunson Draconis, tienen un fruto llamado Tarz, que es el generador de las endorfinas. En estos últimos años, el gobierno de Estados Unidos intentó comprar uno de estos árboles para la Quinta Avenida, pero la petición fue rechazada. En la Avenida se encuentran 23 árboles de esta especie y son las últimas que existen. Por eso mismo, la Asociacion de Preservación del Draconis realiza campañas diariamente para recordar lo importante que son estos árboles para nosotros.

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Soledad No More. 
Por Abril García (Nota "del corazón")

Todo empieza con el novio: ese hombre que parece perfecto para nosotras en nuestros ya llegados 30 años que nos aseguran que éste sí va a durar. Pero de a poco este sentimiento se esfuma con partidos de fútbol que superan el amor y veinteañeras que aparecen con su cuerpo sin celulitis aún. Las peleas comienzan y después de un tiempo de desencuentros llega el famoso “break-up”: ese momento devastador en el que sentimos que vamos a terminar siendo la “Tía Solterona”, mientras nuestras amigas forman esa familia feliz que tanto esperamos. ¡Pero tranquilas! Queda mucha gente en el mundo para conocer. Te proponemos dejar el chocolate “curapenas” atrás y escuchar estas cifras.
Según nuestros estudios “Para Ti”, hay 7 mil millones de personas en el mundo de las cuales 5 mil millones están solteras. De esas 5 mil millones, la mitad son hombres, y de esos hombres el 74% todavía está buscando su pareja ideal. Por estos motivos te aconsejamos no desesperar y que tengas en cuenta que hay mucha gente en este planeta en busca de lo mismo que vos. Para empezar te recomendamos pararte en la calle Corrientes y ver a todas esas personas que viven y probablemente busquen el amor como vos. ¿Qué mejor lugar que el corazón de Buenos Aires?
Sea en la calle Corrientes, en un bar o en la casa de una amiga, estamos seguras que ese alguien está ahí, solo hace falta buscar. ¡¿Y que mejor lugar para ayudarte con tu búsqueda que “Para Ti”?!

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Y después vinieron los radioteatros...